La gastronomía castrileña es fruto del legado que dejaron los árabes en este enclave fronterizo y, posteriormente, los pobladores cristianos. Esta herencia, está presente también en los cultivos de la dehesa castrileña, una tierra muy fértil donde se crían legumbres, verduras y hortalizas y árboles como el olivo que da lugar a un exquisito aceite de oliva virgen extra.
Los productos del campo, se completan con el cordero segureño criado en pleno corazón de la Sierra de Castril y las truchas del Río Castril, que gozan de una excelente calidad y suponen los ingredientes principales de algunos platos tradicionales como latas de cordero, choto con ajos y guisos de trucha.
Los productos de matanza llenan las despensas durante todo el año. Son muy típicos y especiales los embutidos cocidos como el relleno, la butifarra y el blanquillo. Así como los conservados en aceite de oliva, por ejemplo, lomo de orza o chorizo de orza. Estos platos casi siempre van de la mano de salsas como el “ajo al almirez” que se realiza con almendra de la zona, pan y ajo y, untado en “picatostes”, suponen una delicia tanto comoaperitivo como acompañamiento de otros platos.
En esta cocina tan tradicional, los guisos o “guisaos”, como aquí se les llama, suponen el alimento principal de las gentes de la zona. Estos platos son las migas de harina con pimientos secos y “tajás”, gachas, tallarines con liebre o perdiz y los maimones.
No hay que dejar de lado la repostería artesanal y los licores típicos de este pueblo. Destacan las tortas de chicharros, magdalenas tradicionales, roscos de vino, roscos de agua, floretas, mantecados manchegos y licor de mistela, elaborado con café y Licor de Gloria, una mezcla entre aguardiente y limón.
Desde el año 2020, Castril cuenta con el distintivo de MUNICIPIO GASTROSALUDABLE, emitido por el Seminario de Estudios Gastronómicos y Enológicos de la Universidad de Granada.