La Peña de Castril es una importante formación geológica de notoria singularidad y belleza que se eleva casi 100 m por encima del río, hasta alcanzar los 955 metros de altitud. Está catalogado por el Instituto Geológico y Minero como Lugar de Interés Geológico (AND321) y forma parte del Inventario Andaluz de Georrecursos. Posee también un gran interés cultural e histórico. Por todo ello, fue declarada como Monumento Natural en 2001.
Testigo de acontecimientos históricos y del paso de distintas civilizaciones que se fueron asentando en la zona a lo largo de los tiempos, está estrechamente ligada al pueblo, en cuya falda se cobija. En Castril, declarado conjunto histórico también en 2001, se han hallado diversos yacimientos arqueológicos de épocas romana y musulmana, fruto de su posición estratégica y fronteriza que la convirtieron en un importante nudo de comunicación del sureste peninsular.
Esta gran afloración de roca caliza posee dos singulares picachos cortados casi en vertical que el hombre aprovechó como lugar donde vivir y protegerse desde la Edad de Piedra, y también como destacada atalaya desde la que custodiar el asentamiento ante posibles incursiones hostiles.
El borde occidental del Monumento Natural está constituido por el río Castril, aquí encajonado por abruptas laderas que forman una cerrada por la que discurre un espectacular sendero sobre pasarelas de madera voladas.
La Peña es también lugar de vida y refugio de una notable variedad de especies de flora y fauna especializadas en ambientes rocosos y agrestes y también de otras propias de ríos y riberas. Las oquedades del terreno son aprovechadas por especies de aves como cernícalos, mochuelos y lechuzas, adaptadas también a la presencia humana. No es raro avistar también al buitre común sobrevolando la Peña si bien su área de campeo, junto con la de otras rapaces como halcones peregrinos e, incluso, quebrantahuesos, se localiza no muy lejos, más al norte, por el Parque Natural de la Sierra de Castril. En cuanto a la flora, merece una especial reseña la violeta de Cazorla, que se refugia en los rincones más frescos de estos escarpados peñascos.
Por su proximidad al núcleo de población de Castril, el lugar invita a dedicar, al menos, una jornada para disfrutar de una interesante visita por la Peña, la cerrada y el propio conjunto histórico de Castril. Bien merece la pena continuar disfrutando del patrimonio natural de la Sierra de Castril con la visita al centro de visitantes, apenas a 250 m de la localidad, y recorriendo alguno de los senderos que se desarrollan por el Parque Natural.